Dalí, siempre tan bizarro, siempre tan llamativo, diferente. Hoy os voy a contar algo sobre él, quizá verdad o mentira, quién sabe, quizá un dato curioso o un »no me esperaba menos del gran Dalí».
El pintor surrealista destacaba sobre los demás, se llamaba genio a sí mismo, tenía un ocelote y un oso hormiguero de mascotas… Vamos ¡lo que suele tener la gente normal!

Resulta que nuestro maestro surrealista solía frecuentar los mejores y más lujosos locales, además, pedía lo más caro del menú, pero cuando llegaba el momento de pagar, sacaba su cheque, escribía la cantidad que correspondía, de pronto le daba la vuelta al cheque y hacía un dibujo y lo firmaba.
El truco consistía en que, obviamente, ese dibujo con la firma de Dalí tenía más valor que la cantidad a pagar.

Así el dueño del local preferiría quedarse con el cheque y no cobrarlo. ¿Cómo no esperar algo tan ingenioso de un genio?
Otra de las cosas que he encontrado es, que Dalí pagaba a su dermatólogo, el doctor Klein, con dibujos suyos. Él habría realizado esos dibujos en las páginas en blanco de algunos ejemplares de sus libros, en libretas, en catálogos de fotografías e, incluso, en el reverso de un documento técnico escrito por el propio dermatólogo. Pero el doctor no vendió las obras que le realizaba el surrealista, si no que las guardó y han llegado hasta nuestros días.

(Para mi ángel el Dr. Klein)
(1978)
«¡No podéis expulsarme porque yo soy el surrealismo!»
Gracias por compartir esta leyenda entre Dalí y los cheques, me ha parecido muy interesante y no sabía esta historia. Un saludo
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